- >>>El paso del 10% del IVA al 21% pondría aún más difícil seguir una alimentación saludable a una gran parte de la población, en el contexto de crisis actual.
- >>>El informe de expertos parece no haber considerado el impacto en salud que esta medida podría suponer para los más desfavorecidos.
- >>>Comer saludable debería ser más asequible.
Palma de Mallorca, 20 marzo de 2014. Desde el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de Illes Balears -CODNIB-, no podemos estar más en desacuerdo con las recomendaciones hechas al Ministerio de Hacienda por el grupo de expertos respecto de la reforma fiscal, donde se sugiere que para crear empleo sería necesario, entre otras medidas, incrementar el IVA de algunos alimentos del 10% al 21%, cuando en realidad lo que debería sugerirse es lo contrario: reducir del 10% al 4% el IVA de los alimentos que desde las autoridades y organismos, se intentan promover para mejorar la salud de nuestra población.
Los expertos, entre los que seguro no hay sanitarios con visión de futuro, se recomienda la subida del IVA al 21% de los alimentos que tributaban al tipo reducido del 10% (!11 puntos de subida!), entre otros la carne (también las magras), el pescado, el aceite, la pasta, los yogures, el agua envasada, etc. Si el sistema impositivo español ya era inconsistente con las realidades de consumo y con las políticas de promoción de la salud, podría serlo aún más si hace caso del informe de expertos. Por ejemplo el pan integral o sin sal, las pastas alimenticias integrales o no, las conservas de hortalizas, las legumbres cocidas, el aceite de oliva, etc., todos ellos alimentos alineados con las políticas de salud pública y facilitadores de la adherencia a patrones saludables, están gravados con el 10%, mientras que otros como el pan blanco con sal sólo están gravados con el 4%.
Es paradójico que alimentos tan representativos de la dieta mediterránea como el aceite de oliva, el pescado o el pan integral, los frutos secos o las leches fermentadas, pasen a ser más caros cuando el Instituto Carlos III -CIBERobn- del Ministerio de Sanidad, se ha gastado 8 millones de euros en demostrar con el Estudio PREDIMED, que un patrón típico de dieta mediterránea suplementado en aceite de oliva virgen extra y frutos secos, disminuye hasta un 30% el riesgo de padecer un evento cardiovascular. En España, las enfermedades cardiovasculares suponen alrededor del 15% del coste sanitario total y, en el año 2006 representaban un gasto total de 7.000 millones de euros/año.
Facilitar el acceso y la asequibilidad a alimentos saludables, es una acción coste eficiente en términos de salud con el consiguiente impacto en la reducción de gasto sanitario, cosa que los expertos parecen haber obviado. La obesidad y las enfermedades crónicas (cardiovasculares, diabetes, cáncer, etc.) están claramente ligadas a la desigualdad económica y social, lo que ocasiona un terrible inequidad en salud. En España la tasa de obesidad infantil es 8 puntos superior en las familias con menos recursos, y por lo tanto con más dificultad para seguir un patrón alimentario más saludable; en Reino Unido, las personas con menos ingresos, tienen 2.5 veces más probabilidades de padecer diabetes.
Los impuestos podrían usarse precisamente para disminuir las desigualdades y no, como en estos casos, para incrementarlas. Según Eurostat el 22,2% de la población española vive en riesgo de pobreza (sólo nos supera Rumanía en 4 décimas) y somos el país con más desigualdad y brecha económica de la Unión Europea. En Irlanda o Reino Unido, por con índices de desigualdad inferiores a España, aplican un IVA de 0% a la mayoría de los alimentos. En un informe de la Comisión Europea se dice que “en los países donde existen diferencias significativas y estables entre las rentas altas y bajas (España está a la cabeza de Europa), habría argumentos válidos para aplicar tipos reducidos del IVA así como otras medidas de subvención, a bienes que contribuyeran a mitigar la desigualdad”.
La disminución y el aumento de los precios en los alimentos, tiene un efecto directo sobre su adquisición, especialmente en los grupos de población de menos ingresos. Se estima que una reducción del 1% en el precio de frutas y hortalizas podría incrementar su consumo en 1/2 ración diaria evitando en la población estadounidense hasta 7.000 casos de enfermedad coronaria y 3.000 ictus, con un ahorro sanitario de cerca de 1,5 billones de dólares.
Las autoridades competentes deberían aprovechar el marco coyuntural socio económico y la creciente preocupación por la salud y la nutrición por parte de los ciudadanos, para hacer más asequible los alimentos alineados con sus políticas de promoción de alimentación saludables, en las que invierte anualmente importantes cantidades de dinero para mejorar la salud de la población y ahorrar en gasto sanitario.
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